Seguridad: arnés elástico

El arnés es un elemento imprescindible en seguridad personal, mucho menos utilizado de lo que sería deseable. Existe un cierto reparo en repartir los arneses entre la tripulación, tanto es así que acostumbran a estar estibados al fondo de los pañoles, reservados para situaciones límite de temporales desatados.

Autor: Albert Puerto

Esta mentalidad debería cambiar y este debería pasar a ser un elemento tan recurrido como el traje de aguas o las botas de agua. Parece ser un descrédito para un tripulante su utilización, ya que denota inseguridad o falta de experiencia a los ojos de los demás, pero existen muchas situaciones en las que es recomendable su uso.

Los navegantes solitarios deberían siempre navegar con el arnés, y también los tripulantes que se quedan solos durante una guardia. Y, por descontado, en todas las navegaciones nocturnas con viento entablado y las diurnas con vientos superiores a treinta nudos.

El principal reparo expuesto por los tripulantes es la incomodidad manifiesta del cabo del arnés, que por su propia naturaleza dificulta la circulación por cubierta. En efecto, la longitud del cabo hace que se deba llevar en una mano tirando de él para no tropezar con el seno cuando se está cerca del mosquetón.

Existe un invento francamente sencillo que elimina el seno del cabo. Se trata de un cabo que va introducido dentro de una funda de goma que retrae el cabo, por lo que se elimina el seno y facilita el movimiento. Al principio es algo complicado de usar, pues la tensión de la funda de goma hace que el tripulante experimente una fuerza que tira de él, pero con el uso uno se acostumbra a esta tensión, y esta pasa desapercibida, facilitando mucho los movimientos.

Es recomendable en todas las travesías dejar muy a mano los arneses para que la tripulación pueda utilizarlos. Se pueden dejar colgados en algún lugar cerca de la escalera, en la mesa de cartas o en la cocina, bien a la vista. Así, cuando se sale a la guardia, sobre todo por la noche, resultará rápida y sencilla su colocación y, al finalizar la guardia, deberán volver a colgarse en su sitio.

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